Un estudio encargado por la Real Academia Española y publicado por Mariano Roca de Togores, marqués de Molíns, en 1870 -"La Sepultura de Cervantes"- documenta el enterramiento del escritor en el convento de San Ildefonso de la Madres Trinitaria, en la calle Lope de Vega, situada en el Barrio de Las Letras, y que los restos nunca salieron del mismo.
Así que un historiador, un antropólogo forense y un investigador que suele colaborar con los cuerpos de seguridad del Estado, han promovido un proyecto para localizar sus restos.
Solo uno de los sobrinos del escritor tiene descendencia viva a día de hoy, pero han pasado 12 generaciones, por lo que el experto forense ha descartado la identificación de los restos por ADN, pues no tendrían con qué compararlo, así que el método sería a través de una "caracterización antropológica".
Se trata de localizar restos de un varón, de unos 70 años, con las lesiones que sufrió en la batalla de Lepanto. Cervantes fue herido en el brazo izquierdo, lo que le imposibilitaría el uso de esa mano durante cuarenta y cinco años, un tipo de lesión identificable en un estudio antropológico y que serviría como prueba identificativa. La otra herida, la que recibió en el pecho -una o dos heridas de proyectil de arcabuz-, debió dejar marcas en la caja torácica que también confirmarían la identidad de los restos. Además, el Cervantes se describe como un hombre cargado de espaldas, una nariz curva y solo seis dientes en la boca.
La primera fase del proyecto comienza el 28 de abril, con la búsqueda de los restos óseos por georradar, que pretende localizar restos humanos en el subsuelo, los muros y otros recovecos del edificio. Uno de los sitios clave es la cripta, que lleva años sellada.
De hallarse e identificarse, los restos seguirían reposando en esa iglesia, porque enterrarae allí fue la voluntad del autor de El Quijote, pero qué menos que identificar su tumba con una placa que recuerde su nombre y quien es.