Como si estuvieses en pleno Soho, así te sentirás en Taxi a Manhattan, y es que la decoración está tan lograda que realmente pareciera que estás en la misma Nueva York. El local es muy grande y está dividido en cuatro ambientes: el restaurante, el ático con vistas (más para picoteo), la barra y la terraza (acondicionada también en invierno). Cada una de estas zonas tiene su propio estilo, aunque todo dentro del rollo loft industrial neoyorquino.
Pero no sólo es local es chulísimo (deseando que llegue el veranito, además, para probar su terraza) sino que la comida es espectacular.
En nuestro caso, pedimos un pulpo braseado con mojo picón y papas arrugás de quitarse el sombrero y un pollo de corral con salsa de naranjas de la China que no le iba a la zaga. Unas croquetas de calamar de entrantes y el brownie de postre no podían faltar. Todo ello regado con un vino de Madrid, que nos gustó más de lo que esperábamos. Por supuesto, en la carta no falta la hamburguesa (de cebón, tremenda).
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